Rancho Las Voces: Fotografía / Entrevista a Gabriele Basilico
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jueves, febrero 14, 2013

Fotografía / Entrevista a Gabriele Basilico

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El fotógrafo de las ciudades.  (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de febrero de 2013. (RanchoNEWS).- Reproducimos la entrevista de Alberto Ojeda al al fotógrafo Gabriele Basilico recién fallecido publicada en El Cultural el 12 de julio de 2011, con motivo de una de sus exposiciones sobre ciudades en el Festival La Mar de Músicas.

Gabriele Basilico (Milán, 1944) dice que en medio de la naturaleza se siente «desnudo». Su hábitat natural son las grandes urbes contemporáneas: Nueva York, Milán, Beirut, Río de Janeiro... En su juventud estudió arquitectura, pero empezó a ganarse la vida como fotógrafo. Al final, ya finales de los 70, hizo confluir sus dos caminos profesionales. Acabó especializándose en fotografiar ciudades. Y en ello está desde entonces. Dando tumbos de ciudad en ciudad. Con su cámara detiene en flashes su danza caótica. «Es la única manera que me sirve para poder comprenderlas». Parar el tiempo en una imagen le da oportunidad de observar con pausa una realidad huidiza y cambiante, a la que pretende devolver con sus disparos el equilibrio.

 ¿Después de tantos años fotografiando ciudades sabe ya lo que le impulsa a hacerlo?

Yo me licencié en arquitectura en el año 73. En esa época también empecé a trabajar como fotógrafo. Hacía todo tipo de reportajes para ganarme la vida. Eran años de grandes tensiones sociales. Pero poco a poco mi manera de trabajar dejó de ser on the road. Vi una exposición de Bernd y Hilla Becher que me marcó muchísimo. A raíz de ella empecé a retratar la periferia de mi ciudad, en 1978. Fue un trabajo enorme, difuso, que luego tomó la forma de un libro y una exposición. Ahí definí mi camino profesional, que se ha centrado siempre en las ciudades. Creo que es algo lógico, porque yo me siento una pequeña pieza de las ciudades que habito.

Algunos dicen que lo que hace es devolver el equilibrio perdido a las ciudades. ¿Aciertan?

 Es en realidad el objetivo de la fotografía clásica: poner un poco de orden en el caos de la realidad. Y el fondo está el deseo de comprenderla mejor. La comunicación, el cine, la televisión... Todo esto es demasiado veloz y a mí al menos no me permite reflexionar pausadamente. En cambio, parar las imágenes, como hace la fotografía, sí me ayuda a profundizar en la comprensión de la realidad.

 ¿Cómo va estableciendo la relación con las ciudades que retrata?

Por ejemplo ahora tengo un encargo de la ciudad de Río de Janeiro. Ya estoy leyendo sobre su historia y su geografía. Cuando llegue me encontraré con un historiador de la ciudad y también pretendo entrevistarme con urbanistas, a los que enseñaré mi trabajo y recorreremos la ciudad para ir fijando los lugares que quiero reflejar. Luego cojo el trípode y la cámara voy a ellos. Espero la luz que me gusta. Y saco bastantes fotos al día, unas 20 o 25, porque me gusta sentir que mi trabajo es un flujo. Empiezo haciendo fotos que no son importantes, como de calentamiento y poco a poco voy afinando.

¿Ha sentido alguna vez que una ciudad se rebelaba contra su intención de retratarla?

No, no lo he sentido porque las ciudades son inocentes. Lo que sí me ha sucedido es que debía retratar ciudades por las que no siento complicidad. Me pasó en Santiago de Compostela. La piedra inmóvil no me motiva. Me interesa lo cambiante, como las periferias, así que decidí fotografiar aquellos lugares que estaban alterando su aspecto.

¿Mira a las ciudades como a las personas?

 Sí, sin duda.

¿Y le habría gustado tener delante del objetivo alguna ciudad invisible de Italo Calvino?

Calvino regaló con su libro un valioso alimento para la imaginación de aquellos que pintan y fotografían ciudades. Para mí las en las fotografías coinciden dos realidades: por un lado, aquella objetiva que aparece delante de nuestra vista; por otro, la que ha sido decantada por nuestros sueños, nuestra memoria, nuestra imaginación, nuestras lecturas, en mi caso las de Calvino, las de Peter Handke y las del viejo Joseph Roth.

¿Y cuál de las ciudades del pasado? ¿La Roma imperial?

Hombre, retratar la Roma imperial hubiera sido muy interesante. También Atenas. Y las ciudades del medievo me atraen más, por el contraste entre las faraónicas catedrales y las casas miserables de los pobres. Pero sobre todo, para un italiano, el Renacimiento es la época clave, porque es cuando se empieza a profundizar en la perspectiva. Es algo que influye todavía mucho en mi trabajo.

¿Y fotografías parajes naturales no lo concibe para el futuro?

Es que en medio de la naturaleza me siento desnudo. Yo soy un animal urbano. Nací en una ciudad y vivo en mi ciudad como si fuera un espacio natural. Quizá sea una perversión pero es así.

¿De qué ciudad ha aprendido más cosas?

Quizá de Beirut, una ciudad a la que me siento muy ligado emocionalmente porque la viví después de la guerra, en un momento de gran debilidad para ella. Para mí trabajar allí, en esas circunstancias, fue una experiencia moral muy intensa.

¿Y en su interés por las afueras de las ciudades tiene algo que ver el cine de Pasolini?

Sí. En mi fotografía hay tres cineastas que han influido mucho: Pasolini, Ermano Olmi y Antonioni.

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