Rancho Las Voces: Arte Público / México: Diálogo de Bancas - Arte urbano de uso rudo
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lunes, enero 23, 2012

Arte Público / México: Diálogo de Bancas - Arte urbano de uso rudo

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Esta pieza de concreto lleva la firma del recién fallecido arquitecto Ricardo Legorreta. (Foto: Yadin Xolalpa)

C iudad Juárez, Chihuahua, 23 de enero 2012. (RanchoNEWS).- El sol es radiante. La gente va y viene, el tráfico vehicular es estresante. Entre tanto ajetreo, dos mujeres de mediana edad reposan el almuerzo en una banca roja; mientras conversan, una de ellas teje una prenda. En el otro extremo de esa banca, ubicada en una de las aceras del Paseo de la Reforma, una pareja de jóvenes intercambia besos, abrazos y algunas caricias. A sus espaldas, un hombre lee el periódico. Una nota de Abida Ventura para El Universal:

De esta escena resalta el singular asiento en la que estos personajes descansan e interactuan. Se trata de una obra de arte, diseñada por el reconocido arquitecto mexicano Ricardo Legorreta. Tú y tres, diseñada por el despacho del arquitecto recientemente fallecido, forma parte de la colección de arte-objeto Diálogo de Bancas, colocadas en 2006 en ambas aceras del Paseo de la Reforma.

Instaladas con el fin de dotar a los peatones de un espacio de encuentro y diálogo con el arte, las bancas que parecen un mosaico de colores, formas y tamaños, han pasado a formar parte del paisaje urbano de esa transitada avenida.

«Tienen arte, ingenio, son creativas; las personas que las crearon piensan en un descansito para la gente que transita por aquí», considera Victoria Aguilar, una de las señoras que ha tomado como estación de descanso la escultura-objeto creada por Legorreta + Legorreta.

A unos metros, dos jóvenes se acomodan sobre El Cuerno, obra del arquitecto José Yturbe: «Es una buena idea para los turistas y para los que vivimos en la ciudad. También es para reconocer a los artistas que tenemos en el país, y para que valoremos lo que hay en la ciudad. Son muy cómodas para tomar un descanso», dice Marco Ramírez, de 22 años, que porta unas gafas oscuras y se dispone a tomar un poco de sol.

Pese a su éxito entre el público, de las 47 piezas que aún sobreviven en Paseo de la Reforma (originalmente eran 71), pocas son las que siguen funcionando como punto de encuentro, estación de descanso y recreación para parejas, amigos y familias. Buena parte de ellas se encuentra en estado de deterioro, grafiteadas, mutiladas, en proceso de oxidación y sin una placa que las identifique. A esto se suma el normal deterioro que implica su permanencia en un espacio público al aire libre, bajo el sol, la lluvia y la contaminación ambiental.

Se mudan al Centro Histórico

Como una iniciativa de rescate, algunas piezas de esta colección creada por conocidos arquitectos, artistas plásticos y diseñadores industriales, serán restauradas y trasladadas a las calles del Centro Histórico, donde poco a poco se ha ido mudando parte de esta serie escultórica. Actualmente permanecen en varios puntos del centro 36 piezas.

El Fideicomiso del Centro Histórico, que en 2009 adquirió 56 bancas de la colección impulsada por el promotor cultural Isaac Masri, reubicará parte de ellas a distintos espacios recién recuperados gracias al Plan de Revitalización del Centro Histórico.

«De estas 47 bancas que todavía están en Reforma, al menos la mitad serán trasladadas al Centro Histórico en los próximos dos meses», aseguró en entrevista Inti Muñoz, director del Fideicomiso del Centro Histórico.

Las piezas, cuyo resguardo tiene a su cargo este fideicomiso, se irán integrando poco a poco a sitios como la calle Regina, el corredor San Jerónimo, la plaza Tolsá, el Callejón de la Condesa, la Plaza de Santa Catarina, la Plaza de la Conchita y el corredor peatonal Alhóndiga.

La idea del proyecto, explicó Inti Muñoz, es que las bancas se muevan de sitio y circulen de manera permanente entre el Centro Histórico y el Paseo de la Reforma. «Las que son muy grandes será imposible que se muevan porque los espacios del Centro Histórico son más pequeños y porque, además, en muchos casos pueden obstruir el paisaje histórico de la zona», aclaró.

Pero antes de llegar a su nuevo destino, aquellas bancas con mayores problemas de deterioro pasarán por el taller de restauración. Es el caso de Reflejo, de Roberto Parodi, que originalmente poseía dos figuras que colgaban del techo y de la que hoy sólo quedan las piernas de una de ellas.

«Hay que tomar en cuenta que las bancas han tenido un intenso uso público, y que han sido muy bien recibidas y apropiadas por los ciudadanos. Es natural que después de varios años de uso sufran daños, sucede con el arte en espacios públicos de todo el mundo», dice Inti Muñoz y asegura que actualmente se encuentran en restauración tres bancas, entre ellas Banca bandera, de Francisco Castro Leñero, cuyos cuadrados de resina policromada que la cubrían habían desaparecido casi en su totalidad.

Destinadas a soportar todo tipo de daños, el trabajo de restauración de las piezas será complicado y costoso. «Implica un trabajo importante, el costo es variable. Es más complejo cuando una banca es de materiales muy específicos, se debe tener mucho rigor en eso porque hay que respetar las características de la obra de arte», comenta Muñoz, quien asegura que desde 2009 hasta la fecha, el Gobierno del Distrito Federal, a través del Fideicomiso, ha invertido 16 millones de pesos en adquisición, mantenimiento y logística de traslado de las bancas.

El destino del arte público

Isaac Masri, encargado de reunir en 2006 las obras de artistas como Leonora Carrington, Francisco Toledo, Vicente Rojo, Teodoro González de León, Ricardo Legorreta, Francisco Serrano, entre otros, comenta que ése es el destino del arte público: «Es imposible darles el mismo mantenimiento y cuidado que una pieza de museo. No son para destruirse pero están expuestas al vandalismo, al abuso, al maltrato».

Sin embargo, el promotor cultural señala que ahora es responsabilidad del GDF mantener esta colección de mueble urbano de la mejor forma posible: «Lo deseable es que se les dé mantenimiento constante, que se les reponga la pintura, y las que ya no sirven pues quitarlas. Yo dejaría de las 70 que fueron unas 30, pero las concentraría en un sólo sitio, en Reforma o en Chapultepec. Tenerlas dispersas no ayuda mucho a mantenerlas en buen estado, es más difícil controlarlas», asegura Masri, quien teme que de no rescatarlas tengan el mismo destino que las colecciones de Columnas y Campanas, que languidecen en el Bosque de Aragón.

Una siesta, unos besos, tomar el sol, un descanso, fumar un cigarrillo, observar el panorama, esperar el autobús o alguna cita, para eso y más sirven estas bancas, cuyos elogios a su funcionalidad se dejan leer sobre ellas mismas, como el letrero que hay sobre la pieza Blanca de Rojo, de Vicente Rojo: «Gracias banca por ser tan especial. Por esta pestañita de cinco minutos».


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